martes, 3 de abril de 2012

Historia del Tradicionalismo en Méjico (Parte VI)

En 1980 el P. Moisés Carmona lleva a un sacerdote de la diócesis de Zamora, el P. José de Jesús Roberto Martínez y Gutiérrez, para hacerse cargo del Santuario del Señor del Perdón, ubicado en Igualapa, Guerrero.

Por su parte, desde diciembre de 1978, unos sacerdotes franceses de Mons. Lefebvre acuden a México para predicar unos Ejercicios Espirituales en el Volcán de Colima. Fueron traídos por la familia Nordín, de Guadalajara. Ellos eran el P. Jean-Michel Faure, y el P. Regis Babinet. Logran convencer a 4 jóvenes mexicanos de ir al Seminario, tres de ellos al recién formado en Buenos Aires, Argentina, en marzo de 1979: Guillermo Núñez, Enrique León y Hugo Ruiz Vallejo. Otro más en octubre ingresa a Ecóne: Héctor Gómez González.

Al año siguiente ingresa a Buenos Aires el joven José Antonio Rodríguez López, quien ya había estado en el Seminario que la Fraternidad de San Pío X tenía en El Paso, Texas.

En diciembre de 1979 se repiten los ejercicios espirituales en el Volcán de Colima, a los que asisten 22 jóvenes, de los cuales 12 sentirían la vocación religiosa. Entre ellos estaban: Sergio Ruiz Vallejo, José Carlos Ramírez, Luis Alejandro Jiménez Batista, Alfredo Medina, Enrique León Martínez, Arturo Vargas Meza, José de Jesús Becerra Rodríguez, Rafael Lira Gutiérrez.

En el año de 1979 los fieles de la parroquia de San Miguel Arcángel, en el barrio de Acapatizingo, en Cuernavaca, Morelos, descubren que el cura modernista, Ricardo Ortiz, vivía amancebado con una mujer con la que tenía hijos, y lo expulsan de la parroquia. Entonces buscan un sacerdote tradicionalista para hacerse cargo del templo, y llega el P. Adolfo Zamora Hernández, quien la atendería hasta su muerte en 1988. A la muerte del P. Zamora, llegan los sacerdotes de Mons. Lefebvre a hacerse cargo, los padres Faure, Álvaro Calderón y Juan Carlos Iscara, hasta el año 1991, en que los modernistas, encabezados por el cura Juan Guerrero, los expulsan. Entonces el señor Manuel Martínez Calderón  construye otro templo en el mismo barrio, dedicado a la Divina Providencia, atendida tanto por la Fraternidad de San Pío X como por la Sociedad Trento, hasta que se pelean entre ellos y con los fieles, por lo que durante un tiempo no hay sacerdote, hasta que desde septiembre de 1994 es atendida por el P. Manuel Joya Altamirano.

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